Casa/Estudio Luis Barragán
Esta casa moderna mexicana, diseñada por Luis Barragán, es reconocida por tener mucha trascendencia a nivel internacional. La casa-estudio, habitada por el mismo arquitecto hasta 1988, incorpora en su diseño principios de la arquitectura vernácula del lugar, los cuales incluyen el uso de colores llamativos.
Barragán intentó darle al diseño un toque personal, dividiendo su planta en espacios muy diversos, pero con una lógica que integra cada una de sus partes, e integrando la arquitectura tradicional mexicana con la arquitectura moderna internacional. Para llegar a los diferentes espacios, Barragán utiliza diversos recursos para darle la fluidez espacial moderna a la arquitectura de su casa, como la utilización de sombras, colores, contracción y dilatación, etc. Esto se ve claramente en el recorrido hacia la estancia-biblioteca. La fachada posterior está hacia el poniente, es completamente distinta de la fría e impenetrable fachada de la calle. Y no es solamente por la proporción de los vanos, si no en la relación y diálogo que la fachada genera entre el interior y el exterior, en este caso entre la casa y el jardín. Por ejemplo, se inserta una gran ventana en la estancia, que se encuentra frente al jardín, que permite que la naturaleza tenga esta relación constante con el interior. |
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FachadaSobre el plano de la fachada se proyecta la ventana reticular y translucida de la biblioteca. La casi totalidad del exterior conserva el color y la aspereza naturales del aplanado del concreto donde solamente se han pintado las puertas del acceso peatonal y vehicular, así como la herrería de las ventanas.
En la fachada contrastan, en su angulo superior izquierdo, dos planos en una misma esquina: el amarillo y el naranja; Finalmente, la verticalidad blanca de una torre utilizada como deposito de agua La torre de agua se reconoce a primera vista en el número 20 de Francisco Ramirez. La casa a la izquierda comparte también el recorte de la fachada y la proyección de la ventana central en la composición. Como ya se ha apuntado, cualquier cronología de la casa y estudio de Luis Barragán debe detenerse un instante en la casa vecina que, sin duda, puede ser considerada como un primer modelo experimental o el estado embrionario de un proyecto que se continuará en sus predios colindantes. Esta vecindad de dos obras tan íntimamente ligadas por un mismo proceso creativo representa un caso singular en la historia de la arquitectura moderna. Entrada |
La entrada es un acceso de dimensiones reducidas que tiene una luz teñida por un vidrio amarillo en una reinterpretación de un espacio tradicional. Aquel que provoca la pausa que antecede a la casa mexicana o a la mediterránea, a los conventos o a los monasterios.
La entrada funciona como un lugar de espera. La vista, el olfato, el tacto y el oído son puestos en un estado expectante por la acción directa de una paleta de materiales precisa, escasa en variantes, pero generosa con ellos: madera, piedra y muros encalados.
La entrada funciona como un lugar de espera. La vista, el olfato, el tacto y el oído son puestos en un estado expectante por la acción directa de una paleta de materiales precisa, escasa en variantes, pero generosa con ellos: madera, piedra y muros encalados.
Vestibulo
La misma piedra volcánica, prácticamente virgen, que forma el piso de la portería pasa a través de la segunda puerta hasta llegar al vestíbulo. Su uso era conocido como un pavimento de exteriores que consigue acentuar la paradójica sensación de encontrarse en un patio interno, al centro de la casa.
Esta segunda puerta, separa la penumbra dorada de la portería de la luz intensa del vestíbulo, Desde el plano amarillo del exterior, con orientación sur, la luz incide sobre una superficie dorada de un retablo barroco y baña después al rosa intenso de los muros. Una tenue sombra rosada aparece sobre el blanco de la escalera.
la experiencia cromática también puede ser leída como una secuencia complementaria. De esta manera el amarillo amielado de la portería satura la pupila para recibir al color rosa.
En este vestíbulo, la luz vuelve a llenar un espacio que se puede describir como si hubiese sido tallado en la materia blanca de los muros, lo que representa una forma substancialmente distinta de construir.
La piedra volcánica en el piso asciende para formar una superficie obscura sobre la escalera que, con todo su peso tectónico, puede recordar a las plataformas prehispánicas. Su ascenso prosigue en una rampa —tras el muro— hasta un segundo espacio sobre el vestíbulo donde se encuentra un vestidor separado visualmente por muros que no alcanzan el techo y que le dan continuidad a toda la altura.
La puerta que los comunica, como las que también comunican a los comedores y a la cocina, se encuentra sobre el muro rosa del vestíbulo.
Los colores, en la arquitectura de Barragán, pueden encontrarse en delgadísimas superficies que desmaterializan los volúmenes en sus caras. Pero los colores son también capaces de poseer volumen y peso por sí mismos.
Esta segunda puerta, separa la penumbra dorada de la portería de la luz intensa del vestíbulo, Desde el plano amarillo del exterior, con orientación sur, la luz incide sobre una superficie dorada de un retablo barroco y baña después al rosa intenso de los muros. Una tenue sombra rosada aparece sobre el blanco de la escalera.
la experiencia cromática también puede ser leída como una secuencia complementaria. De esta manera el amarillo amielado de la portería satura la pupila para recibir al color rosa.
En este vestíbulo, la luz vuelve a llenar un espacio que se puede describir como si hubiese sido tallado en la materia blanca de los muros, lo que representa una forma substancialmente distinta de construir.
La piedra volcánica en el piso asciende para formar una superficie obscura sobre la escalera que, con todo su peso tectónico, puede recordar a las plataformas prehispánicas. Su ascenso prosigue en una rampa —tras el muro— hasta un segundo espacio sobre el vestíbulo donde se encuentra un vestidor separado visualmente por muros que no alcanzan el techo y que le dan continuidad a toda la altura.
La puerta que los comunica, como las que también comunican a los comedores y a la cocina, se encuentra sobre el muro rosa del vestíbulo.
Los colores, en la arquitectura de Barragán, pueden encontrarse en delgadísimas superficies que desmaterializan los volúmenes en sus caras. Pero los colores son también capaces de poseer volumen y peso por sí mismos.
Estancia
Frente al jardín, acompañándolo, se encuentra la estancia. La amueblan las sillas, la butaca, las mesas de madera sólida y el facistol monacal. Otra vez los materiales industriales están ausentes en el diseño de los objetos cotidianos. Sólo tenemos madera maciza, piel, fibras vegetales y lanas.
En colaboración con la diseñadora Clara Porset, la mayoría de estos muebles son reelaboraciones o sutiles juegos de depuración sobre varios objetos de diseño tradicional y anónimo.
Están también las piezas antiguas de arte sacro occidental o los objetos ceremoniales tribales que se acogen con toda naturalidad al contexto atemporal de la casa.
En colaboración con la diseñadora Clara Porset, la mayoría de estos muebles son reelaboraciones o sutiles juegos de depuración sobre varios objetos de diseño tradicional y anónimo.
Están también las piezas antiguas de arte sacro occidental o los objetos ceremoniales tribales que se acogen con toda naturalidad al contexto atemporal de la casa.
Biblioteca
La estancia es el primero de los lugares contenidos en esta espléndida doble altura del salón donde está la biblioteca. Este gran flujo espacial se haya dividido en recintos conformados mediante la introducción de varios planos de muros a media altura.
Entre los dos planos blancos a media altura, se ha conformado un lugar de trabajo para la biblioteca donde se resguarda una mesa de madera gruesa, que a su vez forma una sola pieza de mobiliario con el librero en esquina.
Este rincón de muros bajos vuelve a aparecer tangencial a un recorrido que comienza a trazarse, ahora en espiral, hasta encontrarse de frente con la célebre escalera de tablones en cantiliber. Un plano abstracto se desdobla con ligereza y contrasta con la solidez pétrea de la escalera en el vestíbulo.
Aquí se ha propuesto una síntesis mínima de la escalera que nace del mismo material de la puerta hacia la que se dirige.
Entre los dos planos blancos a media altura, se ha conformado un lugar de trabajo para la biblioteca donde se resguarda una mesa de madera gruesa, que a su vez forma una sola pieza de mobiliario con el librero en esquina.
Este rincón de muros bajos vuelve a aparecer tangencial a un recorrido que comienza a trazarse, ahora en espiral, hasta encontrarse de frente con la célebre escalera de tablones en cantiliber. Un plano abstracto se desdobla con ligereza y contrasta con la solidez pétrea de la escalera en el vestíbulo.
Aquí se ha propuesto una síntesis mínima de la escalera que nace del mismo material de la puerta hacia la que se dirige.
Taller
Se accede al espacio del taller a través de una nueva esclusa que comunica el lugar de trabajo con la casa y con el acceso del número 12. Esta esclusa forma un volumen independiente al que se adosa también la chimenea.
Destaca en el taller el techo inclinado de madera. El gran volumen de aire está iluminado por una ventana que mira hacia el oriente y en la que el contacto visual con la calle ha sido substituido por una serie de planos blancos ascendentes que se apropian desde el interior de las copas de los árboles vecinos, los que terminan por pertenecerle más a esta ventana, dejando fuera de la vista a las azoteas y a las antenas vecinas.
Destaca en el taller el techo inclinado de madera. El gran volumen de aire está iluminado por una ventana que mira hacia el oriente y en la que el contacto visual con la calle ha sido substituido por una serie de planos blancos ascendentes que se apropian desde el interior de las copas de los árboles vecinos, los que terminan por pertenecerle más a esta ventana, dejando fuera de la vista a las azoteas y a las antenas vecinas.
Patio de las ollas
Este es producto de una serie de modificaciones al proyecto original que terminan por separarlo del jardín y del propio taller, cuando eliminó el ventanal de piso a techo en la fachada oriente.
Entre los muros altos y blancos, donde la pátina se ha dejado hacer presente, este pequeño lugar está dedicado a dos habitantes indispensables en la arquitectura del paisaje de Luis Barragán: la vegetación, en su expresión siempre fuerte y dramática como las enredaderas que se descuelgan de los muros y el agua, que se recorta en el piso de lava volcánica. Una nueva puerta rosa, en contraste con los verdes del jardín, continúa detrás, el agua también viaja debajo de la plataforma que ha sido levantada unos centímetros del resto del piso.
Entre los muros altos y blancos, donde la pátina se ha dejado hacer presente, este pequeño lugar está dedicado a dos habitantes indispensables en la arquitectura del paisaje de Luis Barragán: la vegetación, en su expresión siempre fuerte y dramática como las enredaderas que se descuelgan de los muros y el agua, que se recorta en el piso de lava volcánica. Una nueva puerta rosa, en contraste con los verdes del jardín, continúa detrás, el agua también viaja debajo de la plataforma que ha sido levantada unos centímetros del resto del piso.
Jardin
Un jardín opulento y semisalvaje, donde la vegetación ha tomado por vida propia la mayor parte de las decisiones.
A la mitad del desierto urbano que es hoy la ciudad de México, se encuentra un oasis esencialmente monocromático, salvo por el blanco o el naranja que añaden las floraciones de jazmines y clivias.
A la mitad del desierto urbano que es hoy la ciudad de México, se encuentra un oasis esencialmente monocromático, salvo por el blanco o el naranja que añaden las floraciones de jazmines y clivias.
Comedor y desayunador
El cristal a partir del suelo permite que el piso de madera se proyecte en su reflejo hasta el jardín y es el mismo que impide que se produzca el tránsito físico.
En este lugar se hace obligada la referencia a una de las figuras centrales en el desarrollo artístico de Luis Barragán. Se trata de Jesús Reyes Ferreira, ese artista plástico “que más que pintar, embarra”, según su propia descripción. Aparece en la madurez del arquitecto Barragán como el maestro de gusto certero del que provienen fundamentales lecciones de color y composición.
El Arcángel pintando por Jesús “Chucho” Reyes es uno de los poquísimos óleos de gran formato que hizo en vida y que aquí ocupa un lugar especial en la casa por su íntima relación con la arquitectura.
En la cocina, amplia y bien iluminada, el jardín aparece sólo al abrir la puerta.
En este lugar se hace obligada la referencia a una de las figuras centrales en el desarrollo artístico de Luis Barragán. Se trata de Jesús Reyes Ferreira, ese artista plástico “que más que pintar, embarra”, según su propia descripción. Aparece en la madurez del arquitecto Barragán como el maestro de gusto certero del que provienen fundamentales lecciones de color y composición.
El Arcángel pintando por Jesús “Chucho” Reyes es uno de los poquísimos óleos de gran formato que hizo en vida y que aquí ocupa un lugar especial en la casa por su íntima relación con la arquitectura.
En la cocina, amplia y bien iluminada, el jardín aparece sólo al abrir la puerta.
Habitación de huéspedes
La recámara de los huéspedes orientada hacia la calle es una adición posterior al primer proyecto ya que, en su lugar había originalmente una terraza. Ésta y las dos habitaciones de este segundo nivel tienen como denominador común su espíritu monacal, no sólo por la economía de recursos con la que están resueltas, sino incluso por la selección del mobiliario y las texturas seleccionadas para los tapetes y los cubrecamas.
Este carácter recuerda que han sido concebidas por un devoto franciscano, como lo era Luis Barragán, quien aprendió de su maestro espiritual a rodearse de pocas cosas para no distraer al espíritu y así vivir con ellas en el justo medio entre el desapego material y el profundo amor hacia las cosas que le sirven.
La casa está iluminada por un conjunto de acentos luminosos precisos: cilindros, volúmenes rectangulares sobre el piso o sobre los muebles o, en su defecto, funcionales lámparas de trabajo que sin más han pasado de la mesa de dibujo a la cabecera de la cama o a la mesita lateral en el rincón de lectura.
Este carácter recuerda que han sido concebidas por un devoto franciscano, como lo era Luis Barragán, quien aprendió de su maestro espiritual a rodearse de pocas cosas para no distraer al espíritu y así vivir con ellas en el justo medio entre el desapego material y el profundo amor hacia las cosas que le sirven.
La casa está iluminada por un conjunto de acentos luminosos precisos: cilindros, volúmenes rectangulares sobre el piso o sobre los muebles o, en su defecto, funcionales lámparas de trabajo que sin más han pasado de la mesa de dibujo a la cabecera de la cama o a la mesita lateral en el rincón de lectura.
Cuarto blanco y habitación principal
En la segunda planta la vista del jardín está reservada para la habitación del arquitecto y la habitación de tarde o el “cuarto blanco”. A estas se accede por una nueva válvula espacial, ahora amarilla, que concentra la luz de la mañana proveniente del vestíbulo hasta llevarla al interior de las recámaras.
Junto a una pintura de la “Anunciación”, en la recámara principal, se puede también encontrar un pequeño objeto: un biombo de no más de 30 centímetros de alto, hecho de cartón, sobre el que se han montado las imágenes de una modelo de raza negra que se seleccionaron y cortaron en alguna revista de modas. En este mínimo detalle, se expresa la fundamental dialéctica con la que ha sido construida esta casa: entre ascetismo y la sensualidad.
Junto a una pintura de la “Anunciación”, en la recámara principal, se puede también encontrar un pequeño objeto: un biombo de no más de 30 centímetros de alto, hecho de cartón, sobre el que se han montado las imágenes de una modelo de raza negra que se seleccionaron y cortaron en alguna revista de modas. En este mínimo detalle, se expresa la fundamental dialéctica con la que ha sido construida esta casa: entre ascetismo y la sensualidad.
Vestidor o cuarto de Cristo
El vestidor es la invitación a descubrir la terraza pasando a través de una hendidura vertical, un sólido de luz amarilla por el que apenas asoman tres escalones de madera cuyas dimensiones sugieren un ascenso meditativo, solitario.
Terraza
la terraza está construida con unos muros elevados sobre el nivel de azotea; los tiros de la chimenea y el sistema mecánico de calefacción y, también, por la torre blanca que aloja el depósito de agua y las escaleras que conducen a la zona de servicios en tercera y última planta.
En la terraza es donde sucede el desenlace de la compleja construcción espacial y poética de la casa. Una construcción que, como recuerda el amigo de toda la vida de Luis Barragán, Ignacio Días Morales, sería fácil de traicionar por las descripciones fragmentadas:
"Una cualidad muy importante de los espacios de Barragán es la concepción unitaria, tanto de los espacios simples como de los compuestos, sobre todo, de la secuencia de los espacios que componen un edificio que da la impresión de estar concebidos en un mismo instante y que constituyen una sorpresa inédita de un macizo buen juicio; son como diversas notas de un mismo acorde armónico, son una exhibición del sentido común, hoy tan raro, como si la composición de estos espacios no pudiera ser de otra manera, tectónicamente ineludible."
La búsqueda de los orígenes desde los cuales la terraza ha evolucionado se vuelve múltiple: pueden encontrarse en la tradición musulmana de habitar los techos o en esos lugares abiertos por excelencia al acontecimiento urbano y hasta en el concepto anunciado por Le Corbusier de la quinta fachada moderna. O bien, en el sencillo aprecio rural y universal del contacto con el firmamento.
Para dejar la terraza se debe buscar la puerta tras la torre gris, si la memoria de que existe la puerta prevalece sobre la percepción.
En la terraza es donde sucede el desenlace de la compleja construcción espacial y poética de la casa. Una construcción que, como recuerda el amigo de toda la vida de Luis Barragán, Ignacio Días Morales, sería fácil de traicionar por las descripciones fragmentadas:
"Una cualidad muy importante de los espacios de Barragán es la concepción unitaria, tanto de los espacios simples como de los compuestos, sobre todo, de la secuencia de los espacios que componen un edificio que da la impresión de estar concebidos en un mismo instante y que constituyen una sorpresa inédita de un macizo buen juicio; son como diversas notas de un mismo acorde armónico, son una exhibición del sentido común, hoy tan raro, como si la composición de estos espacios no pudiera ser de otra manera, tectónicamente ineludible."
La búsqueda de los orígenes desde los cuales la terraza ha evolucionado se vuelve múltiple: pueden encontrarse en la tradición musulmana de habitar los techos o en esos lugares abiertos por excelencia al acontecimiento urbano y hasta en el concepto anunciado por Le Corbusier de la quinta fachada moderna. O bien, en el sencillo aprecio rural y universal del contacto con el firmamento.
Para dejar la terraza se debe buscar la puerta tras la torre gris, si la memoria de que existe la puerta prevalece sobre la percepción.